La información se ha vuelto arma de guerra.
Con ella los pueblos
desesperan,
desesperan,
esperan,
compran,
venden,
sienten,
no sienten,
dicen,
callan,
gritan,
susurran.
Y nada es propio de la abstracción que encierra la palabra informativa. Sólo se trata de un denominador más grande, más importante. Un actor paradojicamente amado a pesar de su caída en picada desde lo más alto de la ignorancia. Ese actor se llama empresario, y es alimentado por el dinero que nosotros mismos ganamos. Ese mal forma parte del sistema inquebrantable, deborador de mentes: capitalismo. Sistema deborador de arte, palabras, sentimientos. Destructor de bondades, dominador de masas.
V
No hay comentarios:
Publicar un comentario